Las impresiones 3D se hacen en la provincia pero no está explotado todavía su uso industrial. Cada vez más tienen su impresora 3D y mucho de su empleo se relaciona a proyectos personales y uso hobbista. A nivel del mercado se utiliza fundamentalmente para hacer piezas y prototipado.

Una de los puntos que coinciden los que están en el rubro es que se desconocen entre los actores que cuentan con estos aparatos y que falta difundir más sus potencialidades en la zona.

“Mayormente a nivel hobbista y para realizar prototipos. Falta desarrollarse en todo el país y contar con mayor experiencia de uso. Es muy buena la expansión, pero no veo saltos de calidad que permitan introducir a nivel masivo la impresión 3D en la industria”, observó Pablo Serafini, uno de los socios de MayDay Ingeniería de Plottier sobre el uso de esta tecnología en la provincia.

El lugar ofrece dentro de sus servicios desde hace 4 años las impresiones 3D. Se trata de una “solución complementaria a los distintos problemas de nuestros clientes, principalmente fabricación de piezas y prototipado”. Tiempo antes ya hacían el diseño 3D y modelado de distintas piezas así como mecanizados especiales y matrices y moldes.

Opinó sobre algunos de los puntos que debe trabajarse para aprovechar sus potencialidades. “Mayor experiencia del mercado, confianza y que la gente esté dispuesta a equivocarse y aprender” y agregó “financiamiento para incorporar máquinas que sean de alta calidad, mayor volumen, reduzcan tiempos y permitan imprimir lotes de piezas a baja escala (pocos miles) con altas prestaciones mecánicas, resistencia a altas temperaturas, etc.”, explicó.

Al respecto dijo que “el mercado es el que manda, ya que no mucha gente estará dispuesta a invertir en una máquina que pueda imprimir piezas de 1m3 con filamentos de mayor calidad y prestaciones si no tienen la demanda que justifique la inversión”. Sostuvo que es un circulo vicioso “porque lógicamente las empresas no confían en una impresora nivel hobbista para piezas de máquinas industriales”.

Sobre este punto añadió: “Falta incorporar mayor calidad en equipamiento y filamentos, acá se conocen PLA y ABS en colores, no mucho más, cuando hay empresas a nivel mundial con I+D para nuevos filamentos que luego comercializan y tienen excelentes prestaciones industriales”,

Recordó que es un tecnología nueva y contó que vio una por primera vez en 2010, en la K-Fair en Alemania. En relación con esto destacó que “en sólo 8 años ya tenemos la posibilidad de contar con impresoras a bajo costo” aunque marcó que el problema “es que no se adopta como en otros lugares del mundo para usos con requerimientos técnicos elevados”.

Otra de las experiencias es la de Sandy Véliz, de Cipolletti. que es Desarrollador web y modelador 3D Freelance. “Más que nada hice figuras. Pero también maquetas a escalas que me pidieron de una escuela de Neuquén, y hice un par de prototipos para gabinetes electrónicos para una empresa Pero más que nada lo mío fue hobby”, expresó Sandy Véliz .

Hizo muñecos de colección que vendió en encuentros de animé. Expuso que hay disponible en Internet modelos gratuitos que se pueden tomar para luego hacer las impresiones 3D. “Veo que falta en la zona lugares donde se haga y diseñe el modelado”, concluyó.

Tecnología en las aulas, para hobby y proyectos personales

“Hace más de 4 años arranqué. La idea siempre fue orientarla hacia mis alumnos que puedan crear sus propias piezas”, contó Matías Banegas, técnico industrial y profesor en la EPET N°14.

Dijo que el uso de la impresora 3D en el colegio se relaciona sobre todo con las competencias de robótica. “Hacer piezas plásticas que soporten los motores, la parte electrónica, todo depende del robot”, comentó.

La primera impresora la compró hace casi dos años. “Era un kit chino para armar y fui probando y calibrándola”, dijo.

Luego a partir de esta máquina y de las píezas que obtuvo de ahí creó una segunda impresora.

Reveló que incursiona en el mundo de los drones. Diseñó y creó con su impresora 3D un tricóptero. “Tiene cosas que saqué de internet, y otras que están enteramente armadas por mí, porque tuve que adaptarlo en base a lo que se consigue en Argentina”, describió.

También dio lugar al juego. “Hice juguetes y una billetera que hice con un material sensible”, dijo.

Además le dio un uso práctico y por ejemplo hizo soportes donde hoy cuelga su bicicleta.

En algunos de sus alumnos despertó interés y ya algunos que cursan u otros que egresaron adquirieron su propio aparato .

“Vienen filamentos específicos con metal, cobre, fibra de carbono, pero son muchos más caros”, manifestó Banegas sobre su aplicación a nivel industrial.

Véliz indicó que el máximo potencial de esta tecnología es el prototipado. “Por ejemplo una pyme si quiere hacer un prototipo de alguna caja para un componente electrónico o de algo, es algo que sale barato y rápido”. graficó.

Materiales e insumos para los que quieren iniciar con esta tecnología

“En Neuquén no hay nadie que venda los insumos. Se consigue en Buenos Aires o por Mercado Libre. La impresora que tengo igual la compre afuera del país”, contó Matías Banegas, que hoy tiene ya dos máquinas.

Banegas dijo que en el país las mas económicas y básicas se puede conseguir desde 12 ó 15 mil pesos y puede llegar hasta 200 mil pesos “ya hablando de una casi industrial con calidades muy superiores”. Adquirir una importada arranca desde 160 dólares.

Los filamentos se venden en rollos por kilos y cada uno ronda los 700 pesos y si es más flexible es más costoso.

Pablo Serafini comentó que los costos del servicio de impresión dependen del proyecto y si requiere diseño o no. Varía según cada caso. “A esto hay que sumarle las horas de uso de la impresora, tipo de material, cantidad de impresiones, y demás”, apuntó.

Es una máquina capaz de realizar réplicas de diseños en 3D, creando piezas o maquetas volumétricas a partir de un diseño hecho por ordenador.

Fuente: Diario Río Negro – 29/09/2018